25 Feb, 2016 |
Aún existen dudas de cómo se ha de adelantar al o los ciclistas.
Recuerden que se puede circular en paralelo por tanto, la norma afecta de igual manera, sea uno, dos o un grupo. Así mismo el vehículo a motor no puede adelantar al o los ciclistas si se acerca otro vehículo en sentido opuesto, incluido otro ciclista, aunque vaya por el arcén.
Y la duda de la línea continua; se puede adelantar, manteniendo las indicaciones anteriores descritas.
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24 Feb, 2016 |
Cuando comparamos la bicicleta con el resto de vehículos que transitan por la calzada (coche, autobús o cualquier otro medio de transporte motorizado) igualándolo a los demás, no estamos siendo justos en el juicio.
La bicicleta no se debe medir por el mismo rasero que el automóvil privado simplemente porque no se puede comparar un sistema de movilidad no contaminante, que genera unos riesgos mínimos de siniestralidad, que reclama unas mínimas infraestructuras y no sé cuántos más etcéteras que a bien seguro ustedes sabrán sumar, con otro que está, en esos ejemplos mencionados, en el extremo opuesto de la balanza.
Teniendo en cuenta ese balance la bicicleta debería ser beneficiada con respecto a otros vehículos, ya que su uso repercute positivamente en toda la sociedad.
Algunos de esos tantos beneficios que ha de tener, podrían ser.
- Prioridad de paso,
- Poder ir en sentido contrario en ciertas calles,
- Posición adelantada en la calzada a la espera del semáforo verde
- Poder girar en las calles con semáforo rojo en el sentido de la circulación que nos encontramos.
Girar en las calles con semáforo rojo
Esta opción que sorprende a algunos, en países como Alemania, Dinamarca, EE.UU. y el más cercano, Francia, ya está instaurada.
En un primer momento se puede pensar que es peligroso, cuando resulta ser todo lo contrario: genera seguridad.
¿Por qué?
Con esta práctica el ciclista no ha de detenerse en el giro, por tanto, no ha de pararse en el semáforo y de este modo en el momento de cambiar a verde, no retiene al resto de usuarios motorizados. Recordemos que en los semáforos la bicicleta está en posición adelantada al resto de vehículos y es la primera en salir, lo que puede provocar retenciones en los vehículos que esperan detrás.
Para poder girar con semáforo en rojo debe existir una señal que lo indique y llamar la atención sobre los posibles peatones que crucen. La seguridad ha de estar garantizada al entrar en la calle perpendicular por la que veníamos circulando.
Esta medida se puede aplicar en un determinado tipo de calles, donde hay un porcentaje elevado de uso de bicicletas. Con esto mejoramos la movilidad de los usuarios de la bicilceta y damos fluidez al tráfico ciclista. Si ir en bici supone ir más rápido de forma segura en la ciudad, esta opción será cada vez más atractiva al resto de usuarios, que quizás antes no se habían planteado esta posibilidad.
Inconvenientes
Lógicamente la falta de costumbre en primer lugar, el saber respetar al más desprotegido, el peatón. Y ha de existir una publicidad de la modificación de las calles, pues el conductor es muy de rutina.
Esto siempre ha de ir de la mano de una reglamentación nacional que abandere la DGT (Dirección General de Tráfico), pero permitir a los ayuntamientos su gestión y coordinación. ¿Es factible y posible? Claro, ya hay ejemplos, solo falta esa decisión política y legal. Al final es un beneficio para todos. Ciudades más tranquilas, personas más felices, menores gastos en muchos aspectos.
22 Feb, 2016 |
Siempre nos quejamos de lo que nos sucede cuando circulamos el bici. Nos quejamos de como no nos respetan muchos conductores de automóviles. Solicitamos que los peatones no utilicen los carriles bici. Pedimos que en las rotondas, si entramos los primeros, todos tenemos preferencia. Queremos que no nos adelanten cuando otro automóvil vine en sentido opuesto. Queremos hacer uso de nuestros derechos, pero luego pasa esto…
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Y nos rompe todos los esquemas, nos retrasa nuestro trabajo, desprestigia la labor que hacemos los que defendemos al ciclista y su seguridad. Por que, aunque no hemos de mezclar temas, la manida frase «Luego se quejan de que los atropellan», nos la presentan en toda nuestra cara. Y debido a que unos cuantos, se crean pseudoprofesionales y que solos les falte levantar la mano y tirar la botella; el resto pagamos su falta de respeto y nos reducen la fuerza con la que podemos luchar, entre otras cosas, por sus propios derechos. Y si queremos que nos respeten, nosotros somos los primeros que hemos de respetar, las normas, aunque no nos gusten. Y si no nos gustan, ya sabemos, trabajar para cambiarlas. Eso es lo que estamos haciendo. Por tanto, ayúdanos y respeta.
16 Feb, 2016 |
¿Alguna vez se han preguntado la razón de por qué, en la mayoría de las ciudades, los centros comerciales se instalan en las afueras o periferia y muy cerca de las vías de alta ocupación?
Las ciudades en muchos aspectos se han vuelto insufribles: ruido, contaminación, altos precios, mala calidad de vida. El ciudadano, hace años, descubrió las áreas metropolitanas, las zonas residenciales, los dúplex, el jardín privado, el aire puro, tranquilidad. Y comenzó a abandonar la ciudad para trasladarse al campo o al menos a zonas menos congestionadas, menos pobladas, menos agobiantes. Se busca tener algo de paz , aunque sea durante el fin de semana.
¿Qué ha traído esta nueva forma de vida?
Este residir en «zonas más tranquilas» ha traído consigo necesitar un coche para trasladarse al lugar de trabajo, a realizar las gestiones cotidianas, al colegio, al hospital, a hacer las compras, etc. Y no sólo un coche, ahora lo normal es tener al menos dos coches por unidad familiar, por no hablar de las familias con jóvenes mayores de edad. Ellos también necesitan un coche para ir a la universidad, al trabajo, para el ocio, las relaciones sociales, etc. Porque claro,¡ todo está en la ciudad! No quiero vivir en ella, pero me traslado a ella varias veces al día o a la semana.
Consecuencia
Este estilo de vida junto a la no existencia de medios de transporte públicos para comunicar esas zonas, hace que los habitantes de estos nuevos núcleos de población se vean obligados a tener cada uno su coche, lo que ocasiona más congestión en el tráfico, en la ciudad.
Se origina el llamado movimiento pendular: el traslado de la periferia a la ciudad y, por consiguiente, la necesidad de crear nuevas vías para el transporte. No hemos aprendido a solventar este problema con formas alternativas de transporte y como consecuencia tenemos más tráfico, más congestión, más gasto de combustible, retrasos y pérdidas de horas laborales. Y más presión popular y política.
Soluciones negativas
Hoy por hoy la única solución que se propone es crear nuevas infraestructuras, nuevas carreteras, autovías con más carriles. En definitiva, ampliar las actuales infraestructuras, para así dar salida a una creciente demanda de movilidad y de fluidez.
Queremos rapidez, comodidad, seguridad… y la solución que en un primer momento era válida, poco tiempo después, se ha vuelto en contra nuestra. ¿Por qué? Antes eran pocos los que vivían en la periferia, pero les hemos construido nuevas infraestructuras, pensadas para X años, que han servido de atractivo para el resto. Una cantidad cada vez mayor de personas han visto la posibilidad de mejorar «teóricamente» su calidad de vida si se trasladan al extrarradio y eso ha resultado en que las infraestructuras que se habían construido para X años, ahora se han colapsado en X-10 años.
Coches y centro comercial
Por ende, el precio del suelo es más barato y se siguió construyendo nuevas edificaciones, sobre todo el tipo dúplex, chalé y casas unifamiliares, usurpadoras de espacio y con una huella ecológica muy alta. Así, esas zonas que originalmente eran tranquilas, se han vuelto algo más urbanas. Por lo que ahora nos vamos algo más lejos pero volvemos al círculo vicioso original.
Ese movimiento, casa-trabajo-casa, pudiendo sustituir “trabajo” por «diversión, hospital, asuntos privados, etc.» ha hecho que proliferen en ese trayecto nuevos negocios. Como antaño la carretera generaba ingresos al pueblo por donde transcurría la travesía, ahora esos negocios de “aceite y vinagre” se llaman Centros Comerciales.
Estos inmensos lugares del “todo en uno” han generado una vuelta más de tuerca al problema pues son polos atractivos para el ciudadano que aún residía en la ciudad y que ahora se traslada “de excursión” al centro comercial. Además, les hemos de sumar los que, al finalizar su jornada de trabajo, se detienen en el centro comercial que han construido en su camino, para facilitarles el trabajo de comprar.
Aparcamiento más grande del mundo. Centro comercial de Alberta (Canada), 20.000 plazas.
Podemos comprobar como cada fin de semana se generan ya atascos para llegar hasta el centro comercial. Volvemos así a la misma disyuntiva: más carriles, nuevos accesos y ampliación de vías, con lo cual, lo que en un principio podemos pensar que es la solución, a la postre es todo lo contrario: más coches, más traslados, más problemas.
¿Y el transporte público?
Dándole tanta facilidad al automóvil privado, con aparcamientos amplios, flexibilidad horaria, independencia, comodidad y «flexibilidad total» , el transporte público se quedó en el camino. De hecho, en algunos proyectos, ni se pensó en él. No son pocos los centros comerciales sin acceso al transporte público, clara muestra de que se da por sentado que todos vamos en coche.
Y si volvemos a las nuevas áreas metropolitanas, veremos como éstas, cada vez se distancian más. El coche que tenemos no viaja más, no se traslada más, simplemente hace más kilómetros, porque vive más lejos y con el tiempo, le dedica a esa movilidad, más tiempo, pues la vía se colapsa con más usuarios.
Solución
Santiago de Compostela
En esta situación, si buscamos soluciones reales, alguien ha de perder, o mejor dicho, alguien ha de ceder su protagonismo casi único: el coche privado. No podemos seguir dando facilidades al automóvil privado, no podemos seguir dando protagonismo al causante de una reducida movilidad y una esclavitud por el tiempo y la distancia. Se ha de dar protagonismo a modos de transporte más lógicos: el transporte público y las bicicletas por ejemplo.
También los planes urbanísticos han de variar. Las ciudades han de crear aparcamientos a las entradas de las mismas para evitar el acceso a tanto automóvil generador de contaminación, problemas a la movilidad y costosas infraestructuras. Se ha de penalizar su utilización en la ciudad y crear a la vez, unos medios de transporte públicos y colectivos que sean atractivos al usuario, teniendo en su jerarquía la economía y la rapidez junto a la seguridad y comodidad.
Está claro que si eliminamos al generador del problema, el coche, en un elevado porcentaje, el autobús conseguirá ser atrayente, pues mucha de la visión negativa del autobús en la movilidad, está creada por culpa del automóvil privado. No podemos darle la misma importancia en el orden de prioridades a un vehículo que transporta 50 personas que a otro que traslada, en un elevado porcentaje, a una sola persona.
Entonces… ¿Quién le pone el cascabel al gato?
Hemos de ser nosotros, los que demandemos una solución a un problema que cada vez se acrecienta. Hemos de cercenar esa facilidad de usar el coche privado indiscriminadamente, porque a la postre será el coche el que nos gestione nuestra vida en todos los aspectos.
Los costes que genera el automóvil son muy elevados: sanitarios, de infraestructuras, daños urbanísticos, sociales. Un fallecido a causa de un accidente de tráfico, cuesta a la sociedad, alrededor de 1.400.000€ y 219.000€ por cada herido (DGT 2012). El coste por kilómetro debido a la accidentalidad ha sido de 64.182 €/Km en el periodo del 2009 al 2011 (Fuente: accidentalidad RACC 2013). Y esto lo abonamos todos los españoles, sin tener en cuenta si conducimos o no. ¿Por qué ha de asumir ese inmenso daño social, quien no lo genera?