Solidaridad mal entendida

Recuerdo hace años, la costumbre de lanzar una ráfaga de luz larga al automóvil que venía en dirección contraria, para avisar de la presencia de la Guardia Civil, se pensaba que con eso hacíamos una labor de «buen samaritano», que se nos tildaba de solidario con el resto de usuarios de la vía. Así le poníamos en atención y si estaba realizando una infracción, podía evitar la sanción, el control, la multa al final.

No era cierto, era una falsa solidaridad.

  • ¿Por qué no pensaba en los peatones o ciclistas, al que ese conductor que yo avisaba, podría no respetar?
  • ¿Por qué ese afán de ser protagonistas en un momento determinado?
  • ¿Por qué voy a 140 km/h y cuando veo a los miembros de seguridad de la GC, reduzco hasta 90 y luego vuelvo a hacer lo mismo?
  • ¿Por qué paso por debajo del radar y disminuyo velocidad y luego vuelvo por mis fueros?
  • ¿Por qué me quejo de las multas y los controles, si lo que debería es de celebrar que los hayan, pues gracias a ellos podré circular más seguro?
  • ¿Por qué me quejo siempre diciendo que las multas tienen un «carácter recaudador», si lo que tenía que hacer es alegrarme de que suban aún más para evitar que hayan individuos que no respetan al resto de usuarios y que solo entienden el castigo y no la educación?
  • ¿Por qué celebramos que el «amigo» de turno a hecho tal trayecto en X minutos menos, cuando lo que tenía que hacer es recriminarle por poner la vida de los demás en peligro, deseando ser alguien cuando posiblemente su vida sea irrisoria e insignificante?

No seamos permisivos con aquellos que no valoran, ni respetan al resto de los usuarios, al resto de las personas. Recriminemos sus conductas, apartémosles a una esquina. Hasta que un día, no lo deseamos, vivan en su propia existencia, el resultado de un insolidario conductor, que un día, alguien le avisó, le aplaudió y celebró su actitud negativa, y como resultado cercenó la vida de alguien muy cercano, ahora vivirás en tus propias carnes, la desgracia que has generado.

El último de la carrera

El último de la carrera

Tengo un hijo que monta en bici y al que le gusta montar en bici.
Empezó a montar, como la mayoría de los niños, por diversión. Por lo que deberían montar todos los niños.
Cuando nos enteramos que en nuestra ciudad había una escuela de ciclismo, le pregunté si quería ir y me dijo que sí. No es un niño que haya destacado en el deporte así que me alegré de que hubiera encontrado una actividad deportiva que le gustara y divirtiera. La clave es si el día de clase tiene ganas de ir, o hay que obligarle “un poco”.
Ya en la escuela nos comentaron la posibilidad de federarse y participar en pruebas deportivas. A él no le hizo especial ilusión el tema de competir y a mí la verdad, las competiciones infantiles no eran algo que me atrajeran lo más mínimo. He visto a padres pelearse por cómo juegan sus hijos, hasta llegar a insultar al contrario o a sus hijos por no ser más agresivos. Es un espectáculo bochornoso que no quiero bajo ningún concepto en la vida de mis hijos. Pero el ciclismo es bastante diferente al fútbol (al menos en la inmensa mayoría de los casos).

Tenemos, además, la suerte de pertenecer a una escuela y un club  del que estar orgullosos:

  • Un club que no busca campeones. Al menos no con los niños de estas edades.
  • Un club y unos monitores que les enseñan a amar la bicicleta y lo que esta implica.
  • Que les recuerdan que lo importante es que disfruten.
  • Que les recalcan que el día de la prueba lo que han de hacer ante todo, es pasarlo bien con sus amigos, los de su club, y los de los otros clubes a los que ven cuando hay carreras.
  • Que insisten en la importancia de disfrutar con la familia del día al aire libre.
  • Que les recuerdan que en la carrera van a poder practicar aquello que van aprendiendo en las clases, y que no necesariamente es ser el más rápido y llegar el primero.

Y todo eso le repito a mi hijo cuando el día antes de una carrera le noto nervioso. Eso y que él sabe que sólo participa si le apetece. Sin presión.

No quiero que mi hijo sea Indurain. No digo que no pudiera serlo, no lo sé. Digo que no quiero que lo sea porque YO lo quiero.
Veo a los padres los días de las carreras y tengo sentimientos encontrados. Quizás sea porque mi hijo es de los que nunca gana. No puedo saber cuál sería mi comportamiento si fuera ese que siempre llega primero, pero la realidad es que hay más posibilidades de ser la madre del que no gana, que del que gana, así que creo que merece la pena pararnos a pensar en esos niños que nunca van a subir al podio, que nunca reciben medallas, y que nunca oyen al llegar a meta: “eres un máquina”.

Todas las competiciones son, en cierto modo injustas, porque nunca hay dos seres humanos que jueguen en igualdad de condiciones. En el deporte te ponen con los de tu misma edad, aunque tengas menos aptitudes, más o menos peso, más o menos experiencia, más o menos habilidad en ese campo y mejor o peor bici.

Yo en las carreras tiendo a fijarme en ese niño que ve cómo el primero de la carrera le dobla y aún así no se para. Al que le cuesta la vida seguir pedaleando, aun sabiendo que no habrá podio, ni medalla, ni siquiera aplauso, salvo el de sus padres, si es que estos no son de los que ponen cara de decepción cuando su niño no gana. Ese niño que a pesar de saberse el último, sigue pedaleando. Porque no lo hace por ganar (ya sabe que será el último de la clasificación), sino que corre por él mismo. Es su propio reto. Terminar la carrera, superarse a sí mismo. Vencerse.

Yo soy la madre de uno de esos niños.

De ese niño que se emocionó el día en que en una de las carreras hubo medalla para todos, foto para todos, escenario para todos, aplauso para todos. PARA TODOS.

Porque ¿quien dice que se esfuerza más el que más corre? Quizás el mayor esfuerzo es el de aquél a quien más le cuesta correr. Aquél que no tiene “el tipo” de ciclista. Aquél que nunca ganará una carrera contra otros.

Ese valor quiero que mi hijo aprenda del ciclismo:

  • Un deporte en el que la mayoría de profesionales no vestirá nunca un maillot amarillo, y aun sabiéndolo participan en la carrera.
  • Un deporte en el que la mayoría corre para que gane otro de su equipo.
  • Un deporte en el que la victoria no se mide de forma individual.
  • Un deporte que mide la fuerza del equipo por su eslabón más débil, no por el más fuerte.

Un valor que a veces los padres que gritan a sus hijos en las carreras cosas como: -“A por él” -“No te entretengas a hablar” -“No te pares” -“Tienes que ganar”, olvidan.

Olvidan que la mayoría de esos niños en vez de disfrutar de lo que hacen, incluso de lo que consiguen, acaban por odiarlo por la presión a la que les someten. Olvidan que educar desde la competitividad será menos valioso para la vida adulta que educar desde la colaboración. Olvidan, que cuando ellos están diciéndole a su hijo: –“eres un máquina que has ganado” hay otros niños oyendo que sienten que ellos no lo son porque han quedado últimos.

Todos los niños son especiales, todos son máquinas. En una carrera de niños deberíamos animar a todos, ¡de verdad! Porque la lección más importante que tenemos que enseñarle a nuestros hijos no es cuándo cambiar el piñón o cuándo apretar sino a respetarse  a uno mismo y al compañero.

El próximo día que vayas a una carrera, acuérdate de felicitar a todos los niños que corren… incluido al último.

Autora: Nohemí Hervada Palou 

Salidas en grupo ¿responsabilidades?

Salidas en grupo ¿responsabilidades?

Cada fin de semana, nuestras carreteras y zonas de montaña se llenan de ciclistas. Cada vez más ciclista salen en grupos más o menos numerosos, con más o menos kilómetros a recorrer, pero todos con algo en común: divertirse, romper con la monotonía, entrenar, hablar y al final, la parada en el punto de encuentro habitual, el esperado bar donde charlar y recuperarnos.

Pero esta práctica lúdica y deportiva, totalmente normal, puede a veces, traernos algún problema no deseado.

¿Qué hacer si se produce un accidente en el grupo?

Las salidas en grupo suelen estar, de alguna manera, organizadas por el propio club o peña ciclista. Muchas veces son los responsables del mismo club (presidente, secretario o vocales) quienes, en coordinación con los diferentes miembros del mismo, han podido crear un calendario de salidas domingueras. Esto que parece una simpleza y algo sin importancia será, como verán más adelante, algo esencial si se produce algún tipo de accidente.

Este calendario muchas veces se imprime con la colaboración de los patrocinadores que tenga el club o con recursos propios obtenidos de las cuotas de sus socios.

Desde el momento en que esto ocurre, si hay un calendario de salidas, ya existe una cierta organización: horas, recorridos, reglas, lugares de agrupamiento, etc. Insisto: esto es ya una salida organizada.

Accidentes yendo en grupo

Esta es la parte más delicada.
Vamos en el grupo y uno de los integrantes se cae y sufre lesiones.

  • Si está federado.
    En este caso no habrá mayor problema. Su licencia le da derecho a recibir la atención sanitaria concertada con su federación. (En este artículo explico cómo proceder en caso de accidente.)
  • Si no está federado.
    A veces sucede que quien sufre el accidente es simplemente un amigo de uno de los socios que está probando eso de salir en grupo. En este caso podemos tener problemas, pues se puede dar la situación de que el accidentado solicite al club el servicio de atención médica.  No será el primero ni el último que lo haga.
    Nosotros, los ciclistas pertenecientes al club que organizaba la salida, hemos dejado que se integrase en el grupo con el resto de socios oficiales,  pero él, al no ser parte del mismo, puede que no esté federado. De hecho puede que ni siquiera tenga ni soltura suficiente para ir en grupo.
    El caso es que el club puede verse en un problema, si el accidentado decide solicitar asistencia al «organizador» de la salida.

¿Por qué?

Porque, como he comentado al principio, el simple hecho de que exista un calendario de salidas, con horarios, recorridos, etc., se entiende como que es una salida organizada, con un organizador y un responsable que ha de velar por la seguridad de los integrantes de la marcha.

¿Y si alguien del club golpea a un automóvil o un peatón?

Pues idem de lo mismo. El accidente, al producirse dentro de una prueba «organizada», se le puede requerir el seguro de responsabilidad civil del club o peña, como también es posible que se solicite el personal del causante del accidente.
Si el ciclista está federado, le cubre el seguro de la federación siempre que no se demuestre que estaba en una prueba no federada. La salida del club no lo es, por tanto, la federación puede negarse a facilitar esa cobertura.

No es lo mismo causar el accidente de forma individual, montando mientras entreno y choco contra otro vehículo, peatón o inclusive, contra otro ciclista, que hacerlo dentro de una salida dominical en grupo.

¿Y si son dos ciclistas los que chocan?

Dentro del grupo de ciclistas que han salido juntos puede ocurrir un accidente o choque entre dos (o más) de ellos. Esto es igual que una colisión entre dos vehículos motorizados cualesquiera, que han de tener su seguro de daños a terceros, lo que significa  que debemos tener el seguro de responsabilidad civil (a terceros). Insisto en «a tercero» pues es un seguro que no cubre los daños propios, sólo los que nosotros causemos a otros.
Hay que tener en cuenta que no todos los seguros de las federaciones cubren percances entre sus propios miembros federados, lo que se denomina «responsabilidad cruzada», aspecto que se ha de consultar en la póliza de la federación correspondiente. Por tanto, se puede dar el caso de que alguno de los dos, o más, implicados en el accidente, reclame los daños que le ha podido causar  y haya que llegar a juicio si no se llega a un acuerdo de daños. Consulta el seguro de tu federación para comprobarlo.

¿Qué medidas ha de cumplir el club para evitar estos extremos?

    • Primero  y esencial: todo ciclista que salga en el club, en la salida dominical o en la grupeta, debería estar federado o al menos, asegurado de alguna manera a nivel privado. Así evitaremos situaciones extremas no deseadas.
    • Segundo: El club debe tener un seguro de responsabilidad civil contratado para sus miembros y los daños que puedan causar a terceros.
    • Tercero: Todos los integrantes del club y aquéllos que salgan con ellos en sus salidas deben  firmar un documento donde se deje bien claro:
      1. Que se participa en una excursión privada.
      2. Que el tráfico está abierto.
      3. Que no es una prueba organizada.
      4. Que cada ciclista es el propio responsable de su estado físico.
      5. Que el club no es organizador ni garante de la salida dominical.
      6. Si necesitas un documento ejemplo, ponte en contacto conmigo.

Y tener siempre presente  una frase que repito en infinidad de ocasiones:

«Nunca sucede nada, hasta que sucede.»

Artículo registrado: SalidasEnGrupo -CC by 4.0 –
César Acosta Lantigua

He vuelto a casa, gracias

Hoy he llegado nuevamente a casa. Comentario simple, sencillo y elemental para cualquier persona que trabajase, se divirtiese, saliese de compras, de paseo y de un sin fin de acciones más, como podría ser también hacer deporte y, por tanto, practicar ciclismo. Debería ser algo normal, volver a casa.

Hoy un compañero no llegará a casa ¿por qué?

Porque alguien decidió que tenía prisa y que un grupo de ciclistas le molestaban para llegar a su casa, a su destino. Y sin importarle el destino final de ese grupo, decidió que algunos de ellos no llegarían al final de su pasión. Tomó una decisión egoísta: adelantar y pasar por encima de la libertad de disfrutar de su tiempo, de su actividad, de su deporte, a un grupo de personas.

Y ahora, ¿qué?

Mañana yo volveré a salir en bici, mañana lo haré con mi grupo, con mi peña, con mi club, con mis amigos. Y quiero volver a casa, quiero volver a disfrutar de mi vida, de mi tiempo, de mis hijos, de mi familia, de mi pareja, de mi mundo. No quiero que nadie coarte mi libertad, no quiero que nadie, por el simple hecho del miedo, no quiera que yo pueda disfrutar de mi vida.

No quiero ver colgada la bicicleta en mi trastero, no quiero mirar el mallot que tantas veces sudé, colgado en el armario, no quiero que caigan de mis ojos lágrimas cuando vea a un ciclista hacer uso de su libertad. No quiero no poder ver un reportaje de ciclismo porque no soporte la tristeza de recordar  a los que ya no están o el miedo que unos me han creado debido a su egoísmo. No quiero que ese beso que me dio mi pareja sea el último beso, mi último beso.

Mañana saldré en bicicleta y nadie, nadie, repito, nadie, me quitará la libertad de hacerlo, simplemente, porque:

YO SOY CICLISTA.

En memoria de los que haciendo uso de su libertad, ya no están, DEP

¿Adelantar o sobrepasar?

Esta es una duda frecuente, no sólo entre los propios usuarios de la bicicleta, sino  entre los conductores de vehículos a motor.
Todos hemos visto al automóvil de turno, que circula por una vía de dos o más carriles ocupando el carril izquierdo continuamente y no permitiendo al resto de usuarios adelantarle. Por no hablar de las vías de tres carriles en el mismo sentido, en donde siempre nos encontramos al usuario que «vive y paga hipoteca» en el carril central.
Veamos lo que dice el Reglamento de Circulación:

Real Decreto 1428/2003. Artículo 31. Utilización de los carriles, fuera de poblado, en calzadas con más de un carril para el mismo sentido de marcha.

El conductor de un automóvil o de un vehículo especial con masa máxima autorizada superior a 3.500 kilogramos circulará por la calzada y no por el arcén, salvo por razones de emergencia. Además, fuera de poblado, en las calzadas con más de un carril reservado para su sentido de marcha, circulará normalmente por el situado más a su derecha, si bien podrá utilizar el resto de los de dicho sentido cuando las circunstancias del tráfico o de la vía lo aconsejen, a condición de que no entorpezca la marcha de otro vehículo que le siga.

Podría pensarse que la expresión «circulará normalmente por el situado más a su derecha» no es imperativa y que deja lugar a escoger, pero  el texto es claro: » podrá utilizar el resto de los de dicho sentido cuando las circunstancias del tráfico o de la vía lo aconsejen«. De hecho, no circular por la derecha sin motivo justificado es sancionable con 200€.

Pero ¿qué sucede en ciudad?

El reglamento dice:

 Artículo 33 :Utilización de los carriles, en poblado, en calzadas con más de un carril reservado para el mismo sentido de marcha.

Cuando se circule por calzadas de poblado con al menos dos carriles reservados para el mismo sentido, delimitados por marcas longitudinales, excepto si se trata de autopistas o autovías, el conductor de un automóvil o de un vehículo especial podrá utilizar el que mejor convenga a su destino, siempre que no sea un obstáculo a la circulación de los demás vehículos, y no deberá abandonarlo más que para prepararse a cambiar de dirección, adelantar, parar o estacionar.

Artículo 83: 3. En todo tramo de vía en que existan carriles de aceleración o deceleración o carriles o partes de la vía destinadas exclusivamente al tráfico de determinados vehículos, tampoco se considerará adelantamiento el hecho de que se avance más rápidamente por aquellos que por los normales de circulación, o viceversa.

Calle con zona adelantada para bicicletas

En la ciudad no se aplica esta norma, ya lo dice el reglamento: «fuera de poblado«. Por tanto en ciudad se podrá circular indistintamente, aunque en la práctica y por el bien de la circulación y la educación vial, debemos circular por la derecha, a no ser que tengamos que colocarnos en un carril diferente porque vayamos a abandonar la vía por la que circulamos.

Y ¿qué sucede con las bicicletas que circulan por arcén?

Esto es lo que dice el reglamento de circulación:

  • La posibilidad de circular por el arcén tanto motos como bicis cuando haya atasco.

  • Autorizar a los ciclistas a circular por el centro de la calzada en aquellas vías con un límite máximo de velocidad de 50 km/h.

Por tanto, el ciclista, en poblado, podrá circular por la derecha o izquierda, si va a girar en el próximo cruce, inclusive si la circulación está detenida, de esta manera es posible su colocación al frente en un semáforo si existe zona adelantada. No es un adelantamiento, es sobrepasar al resto de usuarios.

Circulando correctamente, en paralelo. Aunque hay arcén, no es suficiente para los dos ciclistas, uno puede ocupar la calzada. Si existe retenciones, han de colocarse en fila individual.

El adelantamiento es una maniobra de circulación que consiste en tres movimientos:

  1. Indicar con la luz intermitente correspondiente la intención de colocarse en el carril izquierdo.
  2. Movimiento del automóvil para desplazarse lateralmente y ocupar el carril izquierdo para realizar el adelantamiento al automóvil que le precede.
  3. Volver al carril que había abandonado indicándolo con el intermitente derecho y una vez que el vehículo que es  adelantado, es posible observarlo en el retrovisor interior.

Por tanto, si el ciclista circula por el arcén, lugar que le corresponde en vía interurbana y al que le obliga el reglamento, y sobrepasa al resto de vehículos motorizados que circulan por la calzada, no se considera adelantamiento, pues nunca realiza los tres movimientos anteriores, sólo sobrepasa al resto de usuarios. Y es responsabilidad del resto de usuarios el verificar, que no hay nadie ocupando esa zona, si tiene intención de detenerse, por cualquier razón, en esa zona.

 

 

El adelantamiento del ciclista

Aún existen dudas de cómo se ha de adelantar al o los ciclistas.

Recuerden que se puede circular en paralelo por tanto, la norma afecta de igual manera, sea uno, dos o un grupo. Así mismo el vehículo a motor no puede adelantar al o los ciclistas si se acerca otro vehículo en sentido opuesto, incluido otro ciclista, aunque vaya por el arcén.

Y la duda de la línea continua; se puede adelantar, manteniendo las indicaciones anteriores descritas.

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Girar con semáforo rojo. Posible.

Cuando comparamos  la bicicleta con el resto de vehículos que transitan por la calzada (coche, autobús o cualquier otro medio de transporte motorizado)  igualándolo a los demás, no estamos siendo justos en el juicio.

La bicicleta no se debe medir por el mismo rasero  que el automóvil privado simplemente porque no se puede comparar un sistema de movilidad no contaminante, que genera unos  riesgos mínimos de siniestralidad, que reclama unas mínimas infraestructuras y no sé cuántos más etcéteras que a bien seguro ustedes sabrán sumar, con otro que está, en esos ejemplos mencionados, en el extremo opuesto de la balanza.
Teniendo en cuenta ese balance la bicicleta debería ser beneficiada con respecto a otros vehículos, ya que su uso repercute positivamente en toda la sociedad.
Algunos de esos tantos beneficios que ha de tener, podrían ser.

  •  Prioridad de paso,
  • Poder ir  en sentido contrario en ciertas calles,
  • Posición adelantada en la calzada a la espera del semáforo verde
  • Poder girar en las calles con semáforo rojo en el sentido de la circulación que nos encontramos.

Girar en las calles con semáforo rojo

Esta opción que sorprende a algunos, en  países como  Alemania, Dinamarca, EE.UU. y el más cercano, Francia,  ya está instaurada.
En un primer momento se puede pensar que es peligroso, cuando resulta ser  todo lo contrario: genera seguridad.

¿Por qué?

Con esta práctica el ciclista no ha de detenerse en el giro, por tanto, no ha de pararse en el semáforo y  de este modo en el momento de cambiar a verde, no retiene al resto de usuarios motorizados. Recordemos que en los semáforos  la bicicleta está  en posición adelantada al resto de vehículos y es  la primera en salir, lo que puede provocar retenciones en los vehículos que esperan detrás.
Para poder girar con  semáforo en rojo  debe existir una señal que lo indique y llamar la atención sobre los posibles peatones que crucen. La seguridad ha de estar garantizada al entrar en la calle perpendicular por la que veníamos circulando.
Esta medida se puede aplicar en un determinado tipo de calles, donde hay un porcentaje elevado de uso de bicicletas. Con esto mejoramos la movilidad de los usuarios de la bicilceta y damos fluidez al tráfico ciclista. Si ir en bici supone ir más rápido de forma segura en la ciudad, esta opción será cada vez  más atractiva al resto de usuarios, que quizás antes no se habían planteado esta posibilidad.

Inconvenientes

Lógicamente la falta de costumbre en primer lugar, el saber respetar al más desprotegido, el peatón. Y ha de existir una publicidad de la modificación de las calles, pues el conductor es muy de rutina.

Esto siempre ha de ir de la mano de una reglamentación nacional que abandere la DGT (Dirección General de Tráfico), pero permitir a los ayuntamientos su gestión y coordinación. ¿Es factible y posible? Claro, ya hay ejemplos, solo falta esa decisión política y legal. Al final es un beneficio para todos. Ciudades más tranquilas, personas más felices, menores gastos en muchos aspectos.

Tu eres uno más

Siempre nos quejamos de lo que nos sucede cuando circulamos el bici. Nos quejamos de como no nos respetan muchos conductores de automóviles. Solicitamos que los peatones no utilicen los carriles bici. Pedimos que en las rotondas, si entramos los primeros, todos tenemos preferencia. Queremos que no nos adelanten cuando otro automóvil vine en sentido opuesto. Queremos hacer uso de nuestros derechos, pero luego pasa esto…

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Y nos rompe todos los esquemas, nos retrasa nuestro trabajo, desprestigia la labor que hacemos los que defendemos al ciclista y su seguridad. Por que, aunque no hemos de mezclar temas, la manida frase «Luego se quejan de que los atropellan», nos la presentan en toda nuestra cara. Y debido a que unos cuantos, se crean pseudoprofesionales y que solos les falte levantar la mano y tirar la botella; el resto pagamos su falta de respeto y nos reducen la fuerza con la que podemos luchar, entre otras cosas, por sus propios derechos. Y si queremos que nos respeten, nosotros somos los primeros que hemos de respetar, las normas, aunque no nos gusten. Y si no nos gustan, ya sabemos, trabajar para cambiarlas. Eso es lo que estamos haciendo. Por tanto, ayúdanos y respeta.

Ciudad, movilidad y centros comerciales

¿Alguna vez se han preguntado la razón de por qué, en la mayoría de las ciudades, los centros comerciales se instalan en las afueras o periferia y muy cerca de las vías de alta ocupación?

Las ciudades en muchos aspectos se han vuelto insufribles: ruido, contaminación, altos precios, mala calidad de vida. El ciudadano, hace años, descubrió las áreas metropolitanas, las zonas residenciales, los dúplex, el jardín privado, el aire puro, tranquilidad. Y comenzó a abandonar la ciudad para trasladarse al campo o al menos a zonas menos congestionadas, menos pobladas, menos agobiantes. Se busca  tener algo de paz , aunque sea durante el fin de semana.

¿Qué ha traído esta nueva forma de vida?

Este residir en «zonas más tranquilas» ha traído consigo necesitar un coche para trasladarse al lugar de trabajo, a realizar las gestiones cotidianas, al colegio, al hospital, a hacer las compras, etc. Y no sólo un coche, ahora lo normal es tener al menos dos coches por unidad familiar, por no hablar de las  familias con jóvenes mayores de edad. Ellos también necesitan un coche para ir a la universidad, al trabajo, para el ocio, las relaciones sociales, etc.  Porque claro,¡ todo está en la ciudad! No quiero vivir en ella, pero me traslado a ella varias veces al día o a la semana.

Consecuencia

Este estilo de vida junto a  la no existencia de medios de transporte públicos para comunicar esas zonas, hace que los habitantes de estos nuevos núcleos de población se vean obligados a tener cada uno su coche, lo que ocasiona más congestión en el tráfico, en la ciudad.

Se origina el llamado movimiento pendular: el traslado de la periferia a la ciudad y, por consiguiente, la necesidad de crear nuevas vías para el transporte. No hemos aprendido a solventar este problema con formas alternativas de transporte y como consecuencia tenemos más tráfico, más congestión, más gasto de combustible, retrasos  y pérdidas de horas laborales. Y más presión popular y política.

Soluciones negativas

Hoy por hoy la única solución que se propone es crear nuevas infraestructuras, nuevas carreteras, autovías con más carriles. En definitiva, ampliar las actuales infraestructuras, para así dar salida a una creciente demanda de movilidad y de fluidez.

Queremos rapidez, comodidad, seguridad… y la solución que en un primer momento era válida, poco tiempo después, se ha vuelto en contra nuestra. ¿Por qué? Antes eran pocos los que vivían en la periferia, pero les hemos construido nuevas infraestructuras, pensadas para X años, que han servido de atractivo para el resto. Una cantidad cada vez mayor de personas han visto la posibilidad de mejorar «teóricamente» su calidad de vida si se trasladan al extrarradio y eso ha resultado en que las infraestructuras que se habían construido para X años, ahora se han colapsado en X-10 años.

Coches y centro comercial

Por ende, el precio del suelo es más barato y se siguió construyendo nuevas edificaciones, sobre todo el tipo dúplex, chalé y casas unifamiliares, usurpadoras de espacio y con una huella ecológica muy alta. Así, esas zonas que originalmente eran tranquilas, se han vuelto algo más urbanas. Por lo que ahora nos vamos algo más lejos pero volvemos al círculo vicioso original.

Ese movimiento, casa-trabajo-casa, pudiendo sustituir “trabajo” por «diversión, hospital, asuntos privados, etc.» ha hecho que proliferen en ese trayecto nuevos negocios. Como antaño la carretera generaba ingresos al pueblo por donde transcurría la travesía, ahora esos negocios de “aceite y vinagre” se llaman Centros Comerciales.

Estos inmensos lugares del “todo en uno” han generado una vuelta más de tuerca al problema pues son polos atractivos para el ciudadano que aún residía en la ciudad y que ahora se traslada “de excursión” al centro comercial. Además, les hemos de sumar los que, al finalizar su jornada de trabajo, se detienen en el centro comercial que han construido en su camino, para facilitarles el trabajo de comprar.

Aparcamiento más grande del mundo. Centro comercial de Alberta (Canada), 20.000 plazas.

Podemos comprobar como cada fin de semana se generan ya atascos para llegar hasta el centro comercial.  Volvemos así a la misma disyuntiva: más carriles, nuevos accesos y ampliación de vías, con lo cual, lo que en un principio podemos pensar que es la solución, a la postre es todo lo contrario: más coches, más traslados, más problemas.

¿Y  el transporte público?

Dándole  tanta facilidad al automóvil privado, con aparcamientos amplios, flexibilidad horaria, independencia, comodidad  y «flexibilidad total» , el transporte público se quedó en el camino.  De hecho, en algunos proyectos, ni se pensó en él. No son pocos los centros comerciales sin acceso al transporte público, clara muestra de que se da por sentado que todos vamos en coche.

Y si volvemos a las nuevas áreas metropolitanas, veremos como éstas, cada vez se distancian más. El coche que tenemos no viaja más, no se traslada más, simplemente hace más kilómetros, porque vive más lejos y con el tiempo, le dedica a esa movilidad, más tiempo, pues la vía se colapsa con más usuarios.

Solución

Santiago de Compostela

En esta situación, si buscamos soluciones reales, alguien ha de perder, o mejor dicho, alguien ha de ceder su protagonismo casi único: el coche privado. No podemos seguir dando facilidades al automóvil privado, no podemos seguir dando protagonismo al causante de una reducida movilidad y una esclavitud por el tiempo y la distancia. Se ha de dar protagonismo a modos de transporte más lógicos: el transporte público y las bicicletas por ejemplo.
También los planes urbanísticos han de variar. Las ciudades han de crear aparcamientos a las entradas de las mismas para evitar el acceso a tanto automóvil generador de contaminación, problemas a la movilidad y costosas infraestructuras. Se ha de penalizar su utilización en la ciudad y crear a la vez, unos medios de transporte públicos y colectivos que sean atractivos al usuario, teniendo en su jerarquía la economía y la rapidez junto a la seguridad y comodidad.
Está claro que si eliminamos al generador del problema, el coche, en un elevado porcentaje, el autobús conseguirá ser atrayente, pues mucha de la visión negativa del autobús en la movilidad, está creada por culpa del automóvil privado. No podemos darle la misma importancia en el orden de prioridades a un vehículo que transporta 50 personas que a otro que traslada, en un elevado porcentaje, a una sola persona.

Entonces… ¿Quién le pone el cascabel al gato?

Hemos de ser nosotros, los que demandemos una solución a un problema que cada vez se acrecienta. Hemos de cercenar esa facilidad de usar el coche privado indiscriminadamente, porque a la postre será el coche el que nos gestione nuestra vida en todos los aspectos.

Los costes que genera el automóvil son muy elevados: sanitarios, de infraestructuras, daños urbanísticos, sociales. Un fallecido a causa de un accidente de tráfico, cuesta a la sociedad, alrededor de 1.400.000€ y 219.000€ por cada herido (DGT 2012). El coste por kilómetro debido a la accidentalidad ha sido de 64.182 €/Km en el periodo del 2009 al 2011 (Fuente: accidentalidad RACC 2013). Y esto lo abonamos todos los españoles, sin tener en cuenta si conducimos o no. ¿Por qué ha de asumir ese inmenso daño social, quien no lo genera?

La bicicleta

A veces llego a pensar que algunos nos ven de esta manera. Y sin embargo, aunque cueste creerlo, no es así, encima va alguien, va una vida.